jueves, 27 de diciembre de 2012

Dedicado a Benedicto XVI




Detrás de toda la polémica que traen siempre las palabras, o los escritos en este caso, del Papa quería aclarar un poco el malentendido en este rincón de lo que redacta en su libro textualmente Benedicto XVI y que es: "Como se ha dicho, el pesebre hace pensar en los animales, pues allí es donde comen. En el caso del evangelio no se habla, en este caso, de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre si ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1,3 (que dice): "el buey conoce a su amo y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende".
Por lo tanto, es una aclaración  del Papa para el conocimiento de los cristianos que se quieran adentrar en el Misterio de la Natividad que dice que el evangelio no recoge ningún dato que explicite la presencia de estos animales pero que la primera representación (que fue de San Francisco de Asís en Greccio 3 años antes de su muerte) sí recogió a la mula y al buey basándose en esta cita de Isaías. De esta primera representación se inició la tradición siendo ya los conventos de clarisas y franciscanos sus impulsores originarios que desencadenarían ya la envidia sana de querer trasladar esta bonita presencia del nacimiento de Dios a los hogares. 
Con lo cual, el Papa no dice que quitemos la mula y el buey sino que tal vez nos hagamos más mulas para saber reconocer a nuestro amo para ser felices y vivir desde la libertad del amor. 

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