viernes, 1 de noviembre de 2013

¡¡¡Feliz día de todos los santos!!!

Hoy es un día grande que la Iglesia entera celebra por ver el triunfo en aquellos que sirvieron y que supieron amar con perfección. 
Leía hace unos días algo que decía que si contemplamos el firmamento en una de esas noches estrelladas, vamos a ver  muchos puntos luminosos. Algunos destacan más y tienen nombre propio, pero hay otros que también están ahí como racimos de estrellas, constelaciones y galaxias que forman una polvareda luminosa: la Vía Láctea, el Camino de Santiago… y algo así sucede también en el firmamento de nuestra Iglesia. Hay santos que suenan más como San Francisco de Asís, Santa Teresa, Santa Rita de Cassia…y otros que, no dejan de ser,  otra bendición en nuestras vidas porque por su cercanía y actitudes nos ayudan a entenderla en lo cotidiano y nos enseñan a amar más perfectamente (aunque a veces nos descuidemos un poco). Me refiero a aquellos que son anónimos, desconocidos por la universalidad pero que hacen que la vida pueda brillar con su ejemplo. Gracias a su luz podemos ver mejor a Dios hasta que llegue el gran día que lo veamos cara a cara.
Gracias a todos, grandes y pequeños porque hacéis que la luz de Cristo pueda seguir brillando en un mundo, a veces, un poco sombrío de lo fraterno. Gracias!!

Después de esto apareció en la visión una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos” (Ap 7, 9).



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